A ti hijo,
Porque por ti mi cuerpo aprendió sobre la vida, su eclosión, sobre la
intensidad de su manifestación. Porque contigo el amor se encarnó, porque
representas la refundación de mi existencia, porque cuando la palabra aún no
dice nada es el cuerpo y el tacto lo que nos une y vincula para siempre. Tú, en
el que me reflejo, memoria de mi cuerpo, mi palabra inextinta.