domingo, 13 de noviembre de 2011

Hoy (A modo de recuento)

El día se vistió de luz y mis ojos percibieron un nuevo entorno, mi cuerpo se sentía rebosante, nuevo...la luz rasgó la oscuridad y entonces comprendí que me encontraba a tu lado, abrazada a ti saludaba por primera vez el día. Mi piel había sentido por primera vez tus manos y ya se sabía adicta a ellas. Mis labios sellados por el placer conocían lo que todavía no podía confesar... lo que aún temía nombrar.

El miedo y el temblor intercambiaban razones con la ilusión. La completa incertidumbre vacilaba frente a ese sentimiento que se engendraba segundo a segundo en el centro latente de mi cuerpo.

Nada podía esperarse, nada había seguro... no promesas, no garantías, sólo nosotros en medio de un remolino que no vimos venir, sólo nosotros.
¿Cuándo construimos este hogar sobre nuestras manos? ¿cuándo empezamos a soñar? ¿cuándo fue posible la magia? ¿cuándo nos atrevimos a soñar?

Hoy me sorprende todo lo que hemos construido, hoy me cuesta recomponer con total claridad de qué manera luchamos y perseveramos. Hoy me hace feliz saber que siempre, en medio del caos y de la censura, siempre estuvimos los dos soteniendonos en ese sentimiento que no dejamos desfallecer. Hoy que estoy a tu lado más segura que nunca y preparada para todo, sonrío ante lo hermosa que me parece nuestra unión y me alimento de razones para continuar... ellas, esas motivaciones me las das tu cada día con tus palabras, tus manifestaciones, tus sacrificios, tus esfuerzos, tus renuncias y tu maravillosa forma de amar.

Hemos tendido el puente, hemos cruzado y de este lado te tomo de la mano atravezandocontinentes, devorando fronteras, dificultades y detractores. Acá estoy contigo... desde siempre y para siempre... Nuestro amor se ha nutrido y hoy se alza con fuerza y decisión.

Hoy me alegro por los dos, hoy me abro a la vida plenamente y sueño despierta contigo.

Ábreme

Difícilmente puedo hablar del espacio ausente de tu mirada... el silencio sube por las paredes y el tiempo se amordaza cuando tu voz está tan lejos. La noche me besa suavemente, siento el frío de su aliento y escucho su murmullo... me habla de ti, me habla de mis esperanzas.
En una cajita simple pero cuidadosamente tallada por las horas y los recuerdos te envío mi corazón. ¡Cuidado! no lo saques apresuradamente, está envuelto en palabras, en caricias, en miradas, en susurros. ¡Cuidado! no dejes que se rieguen por ahí, son desordenados e inquietos... son mis tesoros, esos pedacitos de ti que protegen y calientan mi corazón. Ábrelo lentamente, siente cómo su latido se incrementa paulatinamente a medida que acercas tus manos a él. Cuando lo tengas descubierto mira en su interior y deja que te diga sus secretos, deja que te murmure al oído muy suavecito que el mecanismo por el que es puesto en marcha está en el fondo profundo de tu mirada y en el color de tu voz...
...shhh...
Escucha con cuidado porque lo que tiene por decirte no se lo dirá a nadie más que a ti. Escuchalo porque ha viajado días enteros para que le des cuerda, para volver a ser carmín y así, a su regreso, pueda contarme de la música, de la vida y de la felicidad... de ti.

Sentada hilando los días en tu espera

Debajo de mi ventana

Gris... gris... llueve todo el cielo... gris, gris.
Abajo de la ventana un mundo húmedo y que salpica se muestra frío y hostil, apurado e indiferente. Los relojes, siempre los relojes, sombrillas por doquier y pisadas que a su paso asesinan las miles de gotas derramadas luego de su abismal travesía desde lo más alto de las nubes.
De nuevo los relojes, el tiempo apremia, los importantes encuentros y las ceremoniosas reuniones esperan a sus desmotivados comensales. Máquinas humeantes pasan despavoridas jactándose de ser inmunes a la caída inclemente de agua, sus bocas incandescentes se abren para rugir y, a su paso, queda sólo una estela asfixiante y todavía cálida.
Uno que otro retoño verde se avista entre las grietas de muros demasiado viejos... el agua les ha devuelto su color y se tiñen como queriendo prevalecer, huir de la prisión de concreto en la que han sido confinados desde hace tantos amaneceres. Un verde por acá, un amarillo por allá, lo que una vez fue colorido sin fin, ahora se ha convertido en ligeros destellos de un pasado menos monocromo.
El mundo abajo de la ventana...
Si levanto la mirada al horizonte, el paisaje me muestra miles de rostros, los ojos de muchos se abren mostrando colores y formas que les han dejado múltiples encuentros producto de la angustiosa dicha del azar. Voces, cantos, llantos, rugidos, fulgores, explosiones... profundas exhortaciones de la vida en todas sus manifestaciones... Y allá, al fondo, detrás del mar y de los desiertos, tus ojos se abren a un nuevo amanecer recibiendo la luz y recobrando su color...

Allá, debajo de mi ventana y cruzando el mar, estás tu. Yo sentadita en mi ventana cierro mis ojos para verte y entonces sonreír.