En una cajita simple pero cuidadosamente tallada por las horas y los recuerdos te envío mi corazón. ¡Cuidado! no lo saques apresuradamente, está envuelto en palabras, en caricias, en miradas, en susurros. ¡Cuidado! no dejes que se rieguen por ahí, son desordenados e inquietos... son mis tesoros, esos pedacitos de ti que protegen y calientan mi corazón. Ábrelo lentamente, siente cómo su latido se incrementa paulatinamente a medida que acercas tus manos a él. Cuando lo tengas descubierto mira en su interior y deja que te diga sus secretos, deja que te murmure al oído muy suavecito que el mecanismo por el que es puesto en marcha está en el fondo profundo de tu mirada y en el color de tu voz...
...shhh...
Escucha con cuidado porque lo que tiene por decirte no se lo dirá a nadie más que a ti. Escuchalo porque ha viajado días enteros para que le des cuerda, para volver a ser carmín y así, a su regreso, pueda contarme de la música, de la vida y de la felicidad... de ti.
Sentada hilando los días en tu espera
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