La obsenidad del poema inconcluso... no obstante no firmo... me han robado mi nombre. Solitario yace en la sombra del fugitivo.
Ausencia desnuda... o tal vez sólo yo tras la petición...
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Piove per me
El cielo se disfraza de monocromía y con él, todos parecemos perder color. Decolorados envidiamos al verde que prevalece y que se alimenta con el llanto del dios del trueno.
Enormes agujeros laceran el cielo y por entre las nubes, supervivientes de la luz prevalecen para conducir a las almas que con los restos de la lluvia se evaporan y ascienden olvidando a sus cuerpos.
Remolinos, el cielo refleja el mundo como lo hizo alguna vez el mar. Densas olas se mueven desordenadamente y quisieramos reposar sobre ellas... unos ojos se desprenden del pavimento para alzarse por encima de las demás cabezas, por encima de los pensamientos.... una mirada añora... espera ver algo dentro de esa profundidad inaccesible. Se hace alas, se inventa pájaro y sin embargo sólo roza sutilmente a los soberanos del cielo.
Mira... baja su mirada pero sólo hasta sus manos ahora examinadas... se acaricia y sonríe... no vuela pero sueña y ama esta limitada cápsula erógena, a través de la que te siente... esos ojos son los míos que eligieron mirarte...
Enormes agujeros laceran el cielo y por entre las nubes, supervivientes de la luz prevalecen para conducir a las almas que con los restos de la lluvia se evaporan y ascienden olvidando a sus cuerpos.
Remolinos, el cielo refleja el mundo como lo hizo alguna vez el mar. Densas olas se mueven desordenadamente y quisieramos reposar sobre ellas... unos ojos se desprenden del pavimento para alzarse por encima de las demás cabezas, por encima de los pensamientos.... una mirada añora... espera ver algo dentro de esa profundidad inaccesible. Se hace alas, se inventa pájaro y sin embargo sólo roza sutilmente a los soberanos del cielo.
Mira... baja su mirada pero sólo hasta sus manos ahora examinadas... se acaricia y sonríe... no vuela pero sueña y ama esta limitada cápsula erógena, a través de la que te siente... esos ojos son los míos que eligieron mirarte...
Tic - Tac
El tiempo y la espera... me ulcera la duda. Te espero, te sueño, te pinto, te escribo, te llamo y callo....
¿Cómo me encuentro unida a tí? ¿De qué forma mi piel te respira? Me estremezco con tu voz sabiéndome presa por ella... deliciosa y dolorosamente encadenada por sus colores.
Bajo tu nombre, mi cuerpo... yo me acaricio para recordar y atesoro cada imagen, cada sonido... cada una de nuestras noches.
Presiento tu figura en mi deseo, ella se erige como una enorme bestia a la que me ofrezco ebria de deseo. Hermoso sacrificio, la ofrenda en la que devengo me regala brazos y piernas que se abren en tu abrazo aferrándose a tu costado, a tus pliegues y debajo de tu mirada.
Susurra mi nombre... hazlo renacer con cada murmullo... yo, únicamente gimo extasiada... devengo humedad, formas y entrega.
Aprésame eternamente, infinitamente en nuestros instantes y muy dentro de ellos.
Extraviada en un deseo demasiado puro te sueño volviendo a mí.
¿Cómo me encuentro unida a tí? ¿De qué forma mi piel te respira? Me estremezco con tu voz sabiéndome presa por ella... deliciosa y dolorosamente encadenada por sus colores.
Bajo tu nombre, mi cuerpo... yo me acaricio para recordar y atesoro cada imagen, cada sonido... cada una de nuestras noches.
Presiento tu figura en mi deseo, ella se erige como una enorme bestia a la que me ofrezco ebria de deseo. Hermoso sacrificio, la ofrenda en la que devengo me regala brazos y piernas que se abren en tu abrazo aferrándose a tu costado, a tus pliegues y debajo de tu mirada.
Susurra mi nombre... hazlo renacer con cada murmullo... yo, únicamente gimo extasiada... devengo humedad, formas y entrega.
Aprésame eternamente, infinitamente en nuestros instantes y muy dentro de ellos.
Extraviada en un deseo demasiado puro te sueño volviendo a mí.
lunes, 27 de octubre de 2008
Encontrar(te)
La difusa sensación del errar, la opacidad del alma tras el llanto.
La explosión ritmica de una voz tras la memoria... recuerdo... olvido... gira que gira en la danza frenética de las manos en las cuerdas.
El quiebre que une y aleja
Me desencajo en una ruptura fundante
La experiencia del entre
Mis ojos clavados en tu figura... tu rostro continua cantando mientras la escritura fluye desmesurada cubriendo el espacioso blanco de lo que aun no había sido dicho. Tu piel se mueve inquieta en melodías que estarán, desde ahora, cubriendo esta tinta frágil que apenas aprende a derramarse... en ella perdurarás, en el fondo de mis ojos que jamás dejarán de mirarte.
Estás... aquí... acércate, seguro encontrarás tu contorno en movimiento... mi mano que goza del despliegue desmesurado del lenguaje, provocado por tu voz, intenta aligerarse como tu alma cuando regalas al universo la prueba de que es habitado por la hermosura.
Intento alcanzar a tu alma que llena el recinto cuando respiras música.
Suavidad... la pausa... la paz del solo contemplarte. Estalla la bestia desnuda y bailo... mientras cantas mi cuerpo deviene escucha. Tu ves lo que a mí me resulta inalcanzable.
Te veo como un gran haz de luz que rasga hermosamente la quietud que te precede.
He decidido mirarte... verte tras las líneas de lo que baila con tu voz
Lago en el cielo
Entrelazados de nuevo... sútiles murmullos, peticiones susurradas al oído mientras nuestros cuerpos se dejan caer en la ingravidez. La piel resbala por el tacto, mis labios se derraman en tu espalda mientras guías mi mano por zonas oscuras, mientras la conduces por las delicias.
Toda la noche nos buscamos y en nuestras miradas nos encontramos. Me dejo caer en tu voz que me llama, que me alienta a satisfacer sus peticiones.
Dentro del silencio nuestro abrazo, las manos danzan sobre nuestros cuerpos... de vez en vez surgen, rompiendo el silencio, ligeras murmuraciones ... después de ellas... nosotros y nuestro silencio. Te hablo desde el fondo, me aferro a tus brazos y te reclamo calladita.
¿Me dejarás caer en tu delirio? Quiero enloquecer perdida en la oscuridad de tu abrazo. Deseo extraviar mi cuerpo en tus manos. Regalame la locura... tu rostro.
Me hundo en un mar nuevo mientras devengo pulpo... en tu cama, junto a tí, las sábanas son enormes olas en las que nos sumergimos y por las que nos dejamos arrastrar hasta las profundidades de nuestros deseos. Mis piernas se multiplican, mis brazos se alargan para acortar la distancia entre nuestros cuerpos... te busco, siempre te busco y en el apacible encuentro me resguardo mientras me cubres con todos tus ojos y tu suavidad.
Ahora puedo abandonarme al sueño... ahora puedo perderme en todas esas texturas ... tu estás ahí, en cada color y en cada sonido. Tu voz estalla y me cubre para ofrecerme a la belleza y a la plenitud .
Soy ofrenda... soy error ... soy apertura ahora, en esta noche en la que me has invitado a navegar en un lago en el cielo
Toda la noche nos buscamos y en nuestras miradas nos encontramos. Me dejo caer en tu voz que me llama, que me alienta a satisfacer sus peticiones.
Dentro del silencio nuestro abrazo, las manos danzan sobre nuestros cuerpos... de vez en vez surgen, rompiendo el silencio, ligeras murmuraciones ... después de ellas... nosotros y nuestro silencio. Te hablo desde el fondo, me aferro a tus brazos y te reclamo calladita.
¿Me dejarás caer en tu delirio? Quiero enloquecer perdida en la oscuridad de tu abrazo. Deseo extraviar mi cuerpo en tus manos. Regalame la locura... tu rostro.
Me hundo en un mar nuevo mientras devengo pulpo... en tu cama, junto a tí, las sábanas son enormes olas en las que nos sumergimos y por las que nos dejamos arrastrar hasta las profundidades de nuestros deseos. Mis piernas se multiplican, mis brazos se alargan para acortar la distancia entre nuestros cuerpos... te busco, siempre te busco y en el apacible encuentro me resguardo mientras me cubres con todos tus ojos y tu suavidad.
Ahora puedo abandonarme al sueño... ahora puedo perderme en todas esas texturas ... tu estás ahí, en cada color y en cada sonido. Tu voz estalla y me cubre para ofrecerme a la belleza y a la plenitud .
Soy ofrenda... soy error ... soy apertura ahora, en esta noche en la que me has invitado a navegar en un lago en el cielo
lunes, 13 de octubre de 2008
Desvanecimiento
Las páginas se pasan, paso entre ellas, duermo en sus espacios...
Las palabras me persiguen, se recuestan en mis sueños, me acosan, me ven desde mis ojos... ojos mudos. Ojos que han llorado su color ... me destiñe la tristeza.
Las páginas se pasan, algo más cae en el tiempo... divino desierto, aridez que agrieta el recuerdo, mundo de diminutos habitantes indiferenciados, todos dorándose al negro sol del silencio, todos perdidos, todos juntos... tan solos...
La soltaria yace sedienta... la solitaria nada más
¿Qué hará con su tristeza?
Ella ya no llora, sus ojos se han secado... ¿pasará lo mismo con su cuerpo?
Ella sólo suspira
Bocanadas de silencio le advienen
Oleadas heladas de recuerdos... irreversiblemente recuerdos...tiempo aniquilado que yace en una hora muerta.
Las palabras me persiguen, se recuestan en mis sueños, me acosan, me ven desde mis ojos... ojos mudos. Ojos que han llorado su color ... me destiñe la tristeza.
Las páginas se pasan, algo más cae en el tiempo... divino desierto, aridez que agrieta el recuerdo, mundo de diminutos habitantes indiferenciados, todos dorándose al negro sol del silencio, todos perdidos, todos juntos... tan solos...
La soltaria yace sedienta... la solitaria nada más
¿Qué hará con su tristeza?
Ella ya no llora, sus ojos se han secado... ¿pasará lo mismo con su cuerpo?
Ella sólo suspira
Bocanadas de silencio le advienen
Oleadas heladas de recuerdos... irreversiblemente recuerdos...tiempo aniquilado que yace en una hora muerta.
Dislexia en el blanco
Debajo de las palabras
debajo del nombre de lo que no se puede nombrar
debajo de los ojos callados
se abre el agua como reventando contra una piedra...
dejar caer las gotas
el tiempo irreversible de lo lejano
el cielo cerrándose como los cuerpos uno sobre otro
el cielo se parte, se revienta en un gris difuso, en la opacidad del alma
en el último grito de la última petición.
....silencio...
Ahora es demasiado tarde y demasiado pronto para nuevas palabras
deja que se vallan,que te abandonen
déjate caer en el más profundo abismo
déjate caer, déjate sentir
callar....
escuchar... el llanto, la última palabra.
debajo del nombre de lo que no se puede nombrar
debajo de los ojos callados
se abre el agua como reventando contra una piedra...
dejar caer las gotas
el tiempo irreversible de lo lejano
el cielo cerrándose como los cuerpos uno sobre otro
el cielo se parte, se revienta en un gris difuso, en la opacidad del alma
en el último grito de la última petición.
....silencio...
Ahora es demasiado tarde y demasiado pronto para nuevas palabras
deja que se vallan,que te abandonen
déjate caer en el más profundo abismo
déjate caer, déjate sentir
callar....
escuchar... el llanto, la última palabra.
(...)
La niña de tiza rosada... tenue... La lluvia la ha hecho borrosa, la tierra volátil, arena en la que ha devenido su cuerpo que antes era pintura. Resbala marchita, seca... resbala... inevitable es que te desdibujes.
Toma tu corazón y plántalo debajo de una pisada... el desasociego de continuar descorazonada, borrada... te pintaron y ya te olvidan. Otro es ahora el niño que gira la rueda. El maravilloso olvido de aquellos que no han dejado de crear.
Toma tu corazón y plántalo debajo de una pisada... el desasociego de continuar descorazonada, borrada... te pintaron y ya te olvidan. Otro es ahora el niño que gira la rueda. El maravilloso olvido de aquellos que no han dejado de crear.
Requiem
Se selló todo con un beso... no más palabras, todofue dicho. Se convocaron los grandes y pequeños deseos diseminados en palabras, reunidos de súbito en dos ojos, en un instante. Dos rostros se desfiguraron en una cercanía difusa, hablando con la voz que está detrás de la voz.
No... las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia... esa noche se vió, no se nombró nada, nada cayó en la perversión del lenguaje hablado. La pureza residió en la oscuridad de un abrazo que pedía la fusión necesaria de dos cuerpos que se abrían a la delicada urgencia del rocío.
Escasamente opacos y apenas transparentes se encontraron... Cuando la palabra sobra y queda sólo la piel que arrebata jirones a la sombra al ser zaherida por la luz. Uno que otro espejo roto multiplicó su noche al infinito y la mirada se extravió como un inseguro transeunte del desvelo.
Las manos pobladas de ojos se atrevieron a ver lugares prohibidos abriéndolos como si fueran llaves doradas.
Ella quiso ser siempre como fueron aquella noche: dos criaturas en dulce erección. Él, él estaba, el silencio más puro y más ulcerante. El deseo residía en sus manos y en su mirada que abrió la noche, el cuerpo de ella...él en donde se situaron toda esa conspiración de invisibilidades.
Esa noche ella salió con una promesa en la boca, con los labios sellados y su garganta cargada de dulces silencios. Ella salió, la errancia, la canción de los dos. Su temblor que como en una metáfora el alma se comparó con una candela. Fueron cuerpos; pasaportes para el erotismo. Fueron el cuerpo mismo del amante simbólico, fueron el encuentro de dos angustias felizmente complementarias... Ella salió.
La noche se cerró como se cierra el agua sobre una piedra. Ella con su cuerpo rebosante.
Los días se siguieron unos a otros como suele pasar con los días, con el tiempo, sólo circula dejando cosas atrás, transitando por entre él mismo. Ellos seguían juntos, tan dentro del tiempo que por momentos parecía desvanecerse por entre sus besos y los deseos de esos que nunca llegaron; pasó a través de sus encuentros y desencuentros.
Escribió toda la noche para buscar a quien la buscaba. Su recuerdo, su mirada que engalanaba su vocabulario como a un espléndido palacio de papel. Ella sólo pedía ayuda en su intento de escribir palabras en esa noche, en ese mundo... ¿cómo podía hablar del espacio ausente de sus miradas, de sus caricias? ¿cómo hablar de sus propios deseos ardiendo con los recuerdos de instantes que brillaban como ídolos? ¿cómo hablar de ellos sin que esas palabras los corrompieran?
Esa noche recordó la primera impronta de su sangre en tierra. Las sombras encajaron la una sobre la otra. El palacio de la noche se cirnió sobre ellos, sobre esa danza frenética que desató los ojos, los temores...Noche colmada de palabras sencillas que hablaron de nombres que se llamaron desde las sombras, las manos se abrieron a las delicias, la boca de ella no pudo abandonar los ojos de él... no entendieron más que ese lenguaje... esa pequeña diferencia de traspasar la pureza con pureza.
La noche estuvo ebria de revelaciones, ellos se inventaron y los versos convertidos en cenizas se extraviaron para siempre.
No... las palabras no hacen el amor, hacen la ausencia... esa noche se vió, no se nombró nada, nada cayó en la perversión del lenguaje hablado. La pureza residió en la oscuridad de un abrazo que pedía la fusión necesaria de dos cuerpos que se abrían a la delicada urgencia del rocío.
Escasamente opacos y apenas transparentes se encontraron... Cuando la palabra sobra y queda sólo la piel que arrebata jirones a la sombra al ser zaherida por la luz. Uno que otro espejo roto multiplicó su noche al infinito y la mirada se extravió como un inseguro transeunte del desvelo.
Las manos pobladas de ojos se atrevieron a ver lugares prohibidos abriéndolos como si fueran llaves doradas.
Ella quiso ser siempre como fueron aquella noche: dos criaturas en dulce erección. Él, él estaba, el silencio más puro y más ulcerante. El deseo residía en sus manos y en su mirada que abrió la noche, el cuerpo de ella...él en donde se situaron toda esa conspiración de invisibilidades.
Esa noche ella salió con una promesa en la boca, con los labios sellados y su garganta cargada de dulces silencios. Ella salió, la errancia, la canción de los dos. Su temblor que como en una metáfora el alma se comparó con una candela. Fueron cuerpos; pasaportes para el erotismo. Fueron el cuerpo mismo del amante simbólico, fueron el encuentro de dos angustias felizmente complementarias... Ella salió.
La noche se cerró como se cierra el agua sobre una piedra. Ella con su cuerpo rebosante.
Los días se siguieron unos a otros como suele pasar con los días, con el tiempo, sólo circula dejando cosas atrás, transitando por entre él mismo. Ellos seguían juntos, tan dentro del tiempo que por momentos parecía desvanecerse por entre sus besos y los deseos de esos que nunca llegaron; pasó a través de sus encuentros y desencuentros.
Escribió toda la noche para buscar a quien la buscaba. Su recuerdo, su mirada que engalanaba su vocabulario como a un espléndido palacio de papel. Ella sólo pedía ayuda en su intento de escribir palabras en esa noche, en ese mundo... ¿cómo podía hablar del espacio ausente de sus miradas, de sus caricias? ¿cómo hablar de sus propios deseos ardiendo con los recuerdos de instantes que brillaban como ídolos? ¿cómo hablar de ellos sin que esas palabras los corrompieran?
Esa noche recordó la primera impronta de su sangre en tierra. Las sombras encajaron la una sobre la otra. El palacio de la noche se cirnió sobre ellos, sobre esa danza frenética que desató los ojos, los temores...Noche colmada de palabras sencillas que hablaron de nombres que se llamaron desde las sombras, las manos se abrieron a las delicias, la boca de ella no pudo abandonar los ojos de él... no entendieron más que ese lenguaje... esa pequeña diferencia de traspasar la pureza con pureza.
La noche estuvo ebria de revelaciones, ellos se inventaron y los versos convertidos en cenizas se extraviaron para siempre.
Plan de vida
Invenciones, acuerdos... verdades acordadas, ilusiones....
Nos movemos en el mundo con el cuerpo, por el cuerpo y con cuerpos... choques, encuentros y desencuentros, espacios, conteos, materia, tiempo, periodicidad, vida y muerte.
El mundo se nos abre como un extenso territorio inestable, movedizo, con un suelo plagado de hoyos por los cuales caemos, de los que emergemos y por los que nos constituimos. Caídas, dolor, crecimiento. Siempre el cuerpo marcado, siempre el cuerpo haciéndose.
En el centro de ese devenir sin sentido el hombre-cuerpo, el hombre-mente, el hombre- inacabado hace rizoma con el mundo, con los otros. Su cuerpo, dotado de miles de brazos que se regala a si mismo, se expande intentando asirse de las salientes del gran mundo abismado.
Su mundo-hueco, su mundo tan trágicamente mundano hace que levante la mirada e invente universos paralelos, dioses, profetas, etc. Sus ojos, corporalmente limitados, pretenden alcanzar la nitidez del cielo, la seguridad de su existencia y del poderío que le fue otorgado a él como hombre. Este pequeño y a la vez enorme ser, baila, gira la rueda, aspira, espera, sueña... crea y se crea.
Sin embargo, en terreno inestable el hombre-dios, nueva especie surgida de la pérdida de sí mismo, intenta sublimar sus extremidades para no caer. Inmerso en el devenir dolorosamente azaroso, intenta proyectar su vida... intenta controlarla. Del centro sin fondo, surge la institución, surgen los prejuicios, surge el deber ser. Del ojo enceguecido por el resplandor de un sol demasiado brillante, ficticio, surgen las “tablas de la verdad”, los designios para el hombre que, imposibilitado y mediocre, cree en el destino, lo preestablecido y, que a su vez, construye quimeras, la ilusión de un porvenir controlado y anticipado. Este nuevo hombre sólo se mueve a través de imposiciones y represiones… él es victima de lo escrito en el libro de su vida y aún tiene la osadía de aseverar que tiene el control sobre ella.
El hombre-cuerpo quiere ahora ser hombre-mente, hombre-dios... es ahora pseudo-hombre. Existencia determinada tan sólo por exigencias ético-estéticas, hombre supraumbilical, es tan sólo una porción de existencia castrada, reprimida y modificada.
Un proyecto de vida, un plan.... mejor la vida creada, mejor el hombre-cuerpo haciéndose felízmente mundano. Mejor el hombre-pulpo que toca el mundo y alcanza dioses, que los siente a través de su cuerpo dotado de ojos... dioses que no huyen del mundo sino que se lo regalan para que lo transforme. Mejor hombre que siente, se duele y vive.
Nos movemos en el mundo con el cuerpo, por el cuerpo y con cuerpos... choques, encuentros y desencuentros, espacios, conteos, materia, tiempo, periodicidad, vida y muerte.
El mundo se nos abre como un extenso territorio inestable, movedizo, con un suelo plagado de hoyos por los cuales caemos, de los que emergemos y por los que nos constituimos. Caídas, dolor, crecimiento. Siempre el cuerpo marcado, siempre el cuerpo haciéndose.
En el centro de ese devenir sin sentido el hombre-cuerpo, el hombre-mente, el hombre- inacabado hace rizoma con el mundo, con los otros. Su cuerpo, dotado de miles de brazos que se regala a si mismo, se expande intentando asirse de las salientes del gran mundo abismado.
Su mundo-hueco, su mundo tan trágicamente mundano hace que levante la mirada e invente universos paralelos, dioses, profetas, etc. Sus ojos, corporalmente limitados, pretenden alcanzar la nitidez del cielo, la seguridad de su existencia y del poderío que le fue otorgado a él como hombre. Este pequeño y a la vez enorme ser, baila, gira la rueda, aspira, espera, sueña... crea y se crea.
Sin embargo, en terreno inestable el hombre-dios, nueva especie surgida de la pérdida de sí mismo, intenta sublimar sus extremidades para no caer. Inmerso en el devenir dolorosamente azaroso, intenta proyectar su vida... intenta controlarla. Del centro sin fondo, surge la institución, surgen los prejuicios, surge el deber ser. Del ojo enceguecido por el resplandor de un sol demasiado brillante, ficticio, surgen las “tablas de la verdad”, los designios para el hombre que, imposibilitado y mediocre, cree en el destino, lo preestablecido y, que a su vez, construye quimeras, la ilusión de un porvenir controlado y anticipado. Este nuevo hombre sólo se mueve a través de imposiciones y represiones… él es victima de lo escrito en el libro de su vida y aún tiene la osadía de aseverar que tiene el control sobre ella.
El hombre-cuerpo quiere ahora ser hombre-mente, hombre-dios... es ahora pseudo-hombre. Existencia determinada tan sólo por exigencias ético-estéticas, hombre supraumbilical, es tan sólo una porción de existencia castrada, reprimida y modificada.
Un proyecto de vida, un plan.... mejor la vida creada, mejor el hombre-cuerpo haciéndose felízmente mundano. Mejor el hombre-pulpo que toca el mundo y alcanza dioses, que los siente a través de su cuerpo dotado de ojos... dioses que no huyen del mundo sino que se lo regalan para que lo transforme. Mejor hombre que siente, se duele y vive.
Recayendo…
La primera vez…. Una primera experiencia… primer sorbo, primera degustación… ¿Se puede contener el deseo de la repetición?... ¿qué fascinación enferma se esconde tras la primera sensación… tras la esperanza de su regeneración? Es el nuevo nacimiento el que se avecina… es lo ausente presente en el recuerdo vivaz y en el deseo que se renueva angustiosamente.
Una vez sentido… plenitud fugitiva… ¿qué puede traer consigo el retorno a ella?
Una estrella deseada, siempre fugitiva siempre fugaz… la lejanía y la ausencia dicen la presencia, dicen la permanencia; la mirada se pierde en un horizonte oscuro, lejano… la mirada cae para alcanzarse, la mirada repara en la cicatriz, en el recuerdo petrificado.
La huella, la marca, el pliegue… una mano tocando(se), la piel que se siente atravesando(se). La mano que se abre e inspecciona, los tentáculos se mueven desordenadamente, besan, miran, rozan… superficies que reaccionan, se levantan, se reconocen tras un nuevo tacto, nuevo silencio… nueva piel.
Los ojos se callan y los labios se contraen, la mano ve y descubre, las pestañas se mueven frenéticamente abriendo al ojo refugiado en su centro descentrado, en su eje móvil que gira siguiendo el ritmo de un corazón agitado.
La mano me descubre, la mano me abre y palpito debajo de ella… el cuerpo… enorme órgano de muchos inquilinos, serie de espasmos contenidos en la multiplicidad, en la diversidad de un solo rostro, de muchas máscaras. La música estalla en el centro oscuro dejando tras de sí un hoyo profundo de colores.
Estallo y devengo fragmentos coloridos que teñidos tiñen la superficie sobre la que yacen. Mis palabras me reúnen en mis múltiples rostros… la tinta me cubre dicendo(me) –(se). La mano sola, la palabra cayendo como la música… me abismo una vez he atravesado el espejo… mi cuerpo es tocado como la cuerda que siendo tañida logra cantar… la mano poderosa, la mano enferma, el tacto… la música, el blanco invadido.
Pausas en la escritura, pausas en la música, la respiración y su mutación a vibraciones, melodías, oscilación… un péndulo y el sonido contenido en el vacío generado por su paso reiterado, repetitivo… la música se proyecta indefinidamente y mi escritura intenta alcanzarla.
He devenido puntos suspensivos, espera, abertura…. El hoyo abierto por la caída apresurada de las palabras me ha convertido en una pequeña centrífuga, el centro es el quiebre, la plenitud no es más ausencia, es el vacío de lo que como trasfondo se desborda. Silueta inconsistente es la que me regala el vacío que me sostiene, que me contiene.
Cuando las palabras se reúnen sin invitarme el silencio baila en la habitación, soy partícipe del aquelarre… la pluma intenta pintarlas, ellas escapan, no piden que las escriba, quieren ser escuchadas. Mi mente deviene geografía, el mapa se crea solo y las letras hacen caminos; mis pies las siguen inseguros… calladita me repliego como en el útero de una madre amorosa, los ojos se duermen y el oído se apresta, se asusta, reacciona… mis manos tiemblan se abren y se cierran, quieren aprender la danza, quieren emprender la travesía. Mi cuerpo se fragmenta, revienta, se mueve… me han poseído, he sido invitada a la reunión de la voz, he sido pintada… me pinto… la mano enferma escala por mi cuerpo como la enamorada del muro. Mis ojos se abren y se encuentran habitados por el color, por miles de colores, se abren y se derraman sobre mi piel. El remolino se muestra en mi vientre, vértigo…la búsqueda… mis labios se abren y la voz emerge como imágenes, signos, símbolos… mi cuerpo es territorio virgen, puro como la hoja en blanco, albergue para esas figuras…
El horizonte es la luna roja, eclipsada… calidez engendrada por la plenitud de la oscuridad. La mirada recae sobre ella misma, se mira detrás del espejo atravesada.
Una vez sentido… plenitud fugitiva… ¿qué puede traer consigo el retorno a ella?
Una estrella deseada, siempre fugitiva siempre fugaz… la lejanía y la ausencia dicen la presencia, dicen la permanencia; la mirada se pierde en un horizonte oscuro, lejano… la mirada cae para alcanzarse, la mirada repara en la cicatriz, en el recuerdo petrificado.
La huella, la marca, el pliegue… una mano tocando(se), la piel que se siente atravesando(se). La mano que se abre e inspecciona, los tentáculos se mueven desordenadamente, besan, miran, rozan… superficies que reaccionan, se levantan, se reconocen tras un nuevo tacto, nuevo silencio… nueva piel.
Los ojos se callan y los labios se contraen, la mano ve y descubre, las pestañas se mueven frenéticamente abriendo al ojo refugiado en su centro descentrado, en su eje móvil que gira siguiendo el ritmo de un corazón agitado.
La mano me descubre, la mano me abre y palpito debajo de ella… el cuerpo… enorme órgano de muchos inquilinos, serie de espasmos contenidos en la multiplicidad, en la diversidad de un solo rostro, de muchas máscaras. La música estalla en el centro oscuro dejando tras de sí un hoyo profundo de colores.
Estallo y devengo fragmentos coloridos que teñidos tiñen la superficie sobre la que yacen. Mis palabras me reúnen en mis múltiples rostros… la tinta me cubre dicendo(me) –(se). La mano sola, la palabra cayendo como la música… me abismo una vez he atravesado el espejo… mi cuerpo es tocado como la cuerda que siendo tañida logra cantar… la mano poderosa, la mano enferma, el tacto… la música, el blanco invadido.
Pausas en la escritura, pausas en la música, la respiración y su mutación a vibraciones, melodías, oscilación… un péndulo y el sonido contenido en el vacío generado por su paso reiterado, repetitivo… la música se proyecta indefinidamente y mi escritura intenta alcanzarla.
He devenido puntos suspensivos, espera, abertura…. El hoyo abierto por la caída apresurada de las palabras me ha convertido en una pequeña centrífuga, el centro es el quiebre, la plenitud no es más ausencia, es el vacío de lo que como trasfondo se desborda. Silueta inconsistente es la que me regala el vacío que me sostiene, que me contiene.
Cuando las palabras se reúnen sin invitarme el silencio baila en la habitación, soy partícipe del aquelarre… la pluma intenta pintarlas, ellas escapan, no piden que las escriba, quieren ser escuchadas. Mi mente deviene geografía, el mapa se crea solo y las letras hacen caminos; mis pies las siguen inseguros… calladita me repliego como en el útero de una madre amorosa, los ojos se duermen y el oído se apresta, se asusta, reacciona… mis manos tiemblan se abren y se cierran, quieren aprender la danza, quieren emprender la travesía. Mi cuerpo se fragmenta, revienta, se mueve… me han poseído, he sido invitada a la reunión de la voz, he sido pintada… me pinto… la mano enferma escala por mi cuerpo como la enamorada del muro. Mis ojos se abren y se encuentran habitados por el color, por miles de colores, se abren y se derraman sobre mi piel. El remolino se muestra en mi vientre, vértigo…la búsqueda… mis labios se abren y la voz emerge como imágenes, signos, símbolos… mi cuerpo es territorio virgen, puro como la hoja en blanco, albergue para esas figuras…
El horizonte es la luna roja, eclipsada… calidez engendrada por la plenitud de la oscuridad. La mirada recae sobre ella misma, se mira detrás del espejo atravesada.
Desde una canción monocromática
Cuando la vida se pinta de dos colores y el mundo se escucha ajeno debajo de la ventana, extrañamente vivo...
Las imágenes más que las palabras, las palabras haciéndose imágenes.
El mundo decolorado... tal vez sólo yo desteñida, sólo yo y mis dobles que son las palabras. Como un espejo roto me multiplico en ellas... ellas que tampoco dicen nada.
Me desfiguro en reflejos inseguros, en instantes inciertos que flotan en el punto de quiebre y quedan suspendidos en líneas, en aberturas, en el acontecimiento de la nostalgia... de la ausencia de color.
Camino sobre la línea que trazan mis pensamientos... ¿la línea? ¿mis pensamientos? patologías diversas, desencajadas... camino... solo camino
Me detengo y observo parada en el centro de la desgarradura... ahí están todos ellos de nuevo... mis dobles, mis reflejos tan ciegos como antes... desorientados sordo mudos... mis dobles ... ¿dónde he quedado yo?
Las páginas se pasan, paso entre ellas, duermo en sus espacios… las palabras me persiguen, se recuestan en mis sueños, me acosan, me ven desde mis ojos… ojos mudos. Ojos que han llorado su color… me destiñe la tristeza.
Las páginas se pasan, algo más cae en el tiempo… divino desierto, aridez que agrieta el recuerdo. Mundo de diminutos habitantes indiferenciados … todos dorándose al negro sol del silencio, todos perdidos, todos juntos… tan solos…
L a solitaria yace sedienta, la solitaria nada más se mece … nada más.
Ella ya no llora, sus ojos se han secado, ¿pasará lo mismo con su cuerpo?. Ella sólo suspira. Bocanadas de silencio le advienen. Oleadas heladas de recuerdos … irreversiblemente recuerdos … tiempo aniquilado … simplemente yace en una hora muerta.
Las imágenes más que las palabras, las palabras haciéndose imágenes.
El mundo decolorado... tal vez sólo yo desteñida, sólo yo y mis dobles que son las palabras. Como un espejo roto me multiplico en ellas... ellas que tampoco dicen nada.
Me desfiguro en reflejos inseguros, en instantes inciertos que flotan en el punto de quiebre y quedan suspendidos en líneas, en aberturas, en el acontecimiento de la nostalgia... de la ausencia de color.
Camino sobre la línea que trazan mis pensamientos... ¿la línea? ¿mis pensamientos? patologías diversas, desencajadas... camino... solo camino
Me detengo y observo parada en el centro de la desgarradura... ahí están todos ellos de nuevo... mis dobles, mis reflejos tan ciegos como antes... desorientados sordo mudos... mis dobles ... ¿dónde he quedado yo?
Las páginas se pasan, paso entre ellas, duermo en sus espacios… las palabras me persiguen, se recuestan en mis sueños, me acosan, me ven desde mis ojos… ojos mudos. Ojos que han llorado su color… me destiñe la tristeza.
Las páginas se pasan, algo más cae en el tiempo… divino desierto, aridez que agrieta el recuerdo. Mundo de diminutos habitantes indiferenciados … todos dorándose al negro sol del silencio, todos perdidos, todos juntos… tan solos…
L a solitaria yace sedienta, la solitaria nada más se mece … nada más.
Ella ya no llora, sus ojos se han secado, ¿pasará lo mismo con su cuerpo?. Ella sólo suspira. Bocanadas de silencio le advienen. Oleadas heladas de recuerdos … irreversiblemente recuerdos … tiempo aniquilado … simplemente yace en una hora muerta.
Esto ya no puede ser un libro de amor...
Esto ya no puede ser un libro de amor...
Ya no le pertenece a nadie, las palabras brotan del alma del abandonado, del feliz solitario, asexuado, con ambos cuerpos, con sólo versos.
La palabra que rasga los límites, divina palabra que se asienta en la blancura... no, la pregunta no es si son mejores las caricias o los versos, es si los versos saben acariciar.
Cuando el cuerpo sólo recuerda acuden las palabras transgresoras cargadas de placer, delicias imperecederas mientras se logre con ellas abrir el cuerpo encadenado.
La palabra emprende su viaje atemporal, la voluptuosidad es celebrada, la vida se enciende entre los gemidos del lenguaje. La noche de los cuerpos es revivida, la carne descanza sobre la humedad de los labios que saben decir lo erótico.
Las ruinas también recuerdan, ellas mismas son recuerdos, espacios detenidos en el tiempo, contenidos en un único acontecimiento, en el suspiro, en la agonía del último orgásmo.
La explosión de las manos cuando hicieron hablar, cuando aprendieron a ver.... la explosión del tacto, las palabras tocan. Las palabras no describen, las palabras demandan, a ellas acude el placer, el deseo se repliega, se expande, se derrama desde la pluma y besa los oídos del lector.
El blanco se inunda, se desborda de símbolos, de caligrafías, de mapas, de líneas.
Los cuerpos se pintan sobre tierras inóspitas, los cuerpos se escriben y el pincel corre por ellos humedeciéndolos con palabras. La punta del pincel resbala sobre la carne... sólo habla... sólo escribe.
Los poros se abren y reciben sedientos tal ambrosía, la piel, la boca, el tacto se asustan, se abren, reaccionan.
El cuerpo se contrae, la respuesta es una pregunta flameante desde el centro. Se contraen las fisuras, lento, lento, el plexo se apresta, se relaja. El temblor cual enredadera va subiendo y el cuerpo ya no puede escapar, la tensión regresa, la boca crepita, musita, murmura.... por fin.... gime....
Se abre suavemente y desde el fondo surge la respuesta... más que un suspiro... la petición, el grito, el placer.
Lenguaje inconexo, vocablos initeligibles, silencios contenidos, se abre de nuevo, ahora la lengua baila, se baña. La boca se cierra, se abre se cierra, grita. La espina dorsal ha devenido dedo, acaricia, se retuerce. Los brazos apresados por el calor intentan asirse del vacío, rasgan el aire, la atmosfera se tiñe de aromas, de murmullos, de sombras que se deshacen entre la oscurida y la luz.
Los ojos se abren y las pupilas se dilatan, intentan ver al causante de los espasmos, al que gobierna su cuerpo, al que punza la carne con roces imprevistos.
Los ojose se cierran, el color explota en el cierre brusco. Pelna apertura es el plexo desgarrado. Cadenas invisibles lo obligan a mantenerse abierto. Las cerraduras han sido violentadas, la entrada es permitida y suavemente se perfora.
La carne con la carne
Túneles traspasados por la serpiente de mil cabezas
Carne con carne
Aromas, imágenes que se pierden en el incesante abrir y cerrar de los ojos
El cuerpo deviene fuego, se quema, se consume, se confunde, el cuerpo se derrite.... es espuma, se mueve, se retuerce...
estalla
..... la caída......
Lentamente el cuerpo recupera su peso, se precipita y se encuentra húmedo, la flacidez resago de tanto calor suda con una respiración agotada, siseante, silenciosa
Ahora termina
Te han violado
Sí... por fin las palabras han aprendido a hacer el amor.
Sólo las palabras ... poderosas figuras que aturden el espacio, el blanco, porque no hay noches ni días dentro del blanco.....
Ya no le pertenece a nadie, las palabras brotan del alma del abandonado, del feliz solitario, asexuado, con ambos cuerpos, con sólo versos.
La palabra que rasga los límites, divina palabra que se asienta en la blancura... no, la pregunta no es si son mejores las caricias o los versos, es si los versos saben acariciar.
Cuando el cuerpo sólo recuerda acuden las palabras transgresoras cargadas de placer, delicias imperecederas mientras se logre con ellas abrir el cuerpo encadenado.
La palabra emprende su viaje atemporal, la voluptuosidad es celebrada, la vida se enciende entre los gemidos del lenguaje. La noche de los cuerpos es revivida, la carne descanza sobre la humedad de los labios que saben decir lo erótico.
Las ruinas también recuerdan, ellas mismas son recuerdos, espacios detenidos en el tiempo, contenidos en un único acontecimiento, en el suspiro, en la agonía del último orgásmo.
La explosión de las manos cuando hicieron hablar, cuando aprendieron a ver.... la explosión del tacto, las palabras tocan. Las palabras no describen, las palabras demandan, a ellas acude el placer, el deseo se repliega, se expande, se derrama desde la pluma y besa los oídos del lector.
El blanco se inunda, se desborda de símbolos, de caligrafías, de mapas, de líneas.
Los cuerpos se pintan sobre tierras inóspitas, los cuerpos se escriben y el pincel corre por ellos humedeciéndolos con palabras. La punta del pincel resbala sobre la carne... sólo habla... sólo escribe.
Los poros se abren y reciben sedientos tal ambrosía, la piel, la boca, el tacto se asustan, se abren, reaccionan.
El cuerpo se contrae, la respuesta es una pregunta flameante desde el centro. Se contraen las fisuras, lento, lento, el plexo se apresta, se relaja. El temblor cual enredadera va subiendo y el cuerpo ya no puede escapar, la tensión regresa, la boca crepita, musita, murmura.... por fin.... gime....
Se abre suavemente y desde el fondo surge la respuesta... más que un suspiro... la petición, el grito, el placer.
Lenguaje inconexo, vocablos initeligibles, silencios contenidos, se abre de nuevo, ahora la lengua baila, se baña. La boca se cierra, se abre se cierra, grita. La espina dorsal ha devenido dedo, acaricia, se retuerce. Los brazos apresados por el calor intentan asirse del vacío, rasgan el aire, la atmosfera se tiñe de aromas, de murmullos, de sombras que se deshacen entre la oscurida y la luz.
Los ojos se abren y las pupilas se dilatan, intentan ver al causante de los espasmos, al que gobierna su cuerpo, al que punza la carne con roces imprevistos.
Los ojose se cierran, el color explota en el cierre brusco. Pelna apertura es el plexo desgarrado. Cadenas invisibles lo obligan a mantenerse abierto. Las cerraduras han sido violentadas, la entrada es permitida y suavemente se perfora.
La carne con la carne
Túneles traspasados por la serpiente de mil cabezas
Carne con carne
Aromas, imágenes que se pierden en el incesante abrir y cerrar de los ojos
El cuerpo deviene fuego, se quema, se consume, se confunde, el cuerpo se derrite.... es espuma, se mueve, se retuerce...
estalla
..... la caída......
Lentamente el cuerpo recupera su peso, se precipita y se encuentra húmedo, la flacidez resago de tanto calor suda con una respiración agotada, siseante, silenciosa
Ahora termina
Te han violado
Sí... por fin las palabras han aprendido a hacer el amor.
Sólo las palabras ... poderosas figuras que aturden el espacio, el blanco, porque no hay noches ni días dentro del blanco.....
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